Educar
desde la Empatía
De
todas las habilidades que padres y madres deberán aprender a
manejar, la empatía es, sin duda una de las más complejas y
difíciles a la hora de llevar a la práctica. ¿ Por qué? Se podrán
preguntar muchos...
Imagina
la siguiente escena: después de un largo día de trabajo, recoger a
tu hij@, aguantar una larga cola para comprar un paquete de pañales
(porque no te queda ni uno) y nadie te ha cedido el turno a pesar de
los chillidos de tu bebé que ya empieza a tener esa mezcla de hambre
y sueño, llegas a casa mojada porque además llovía e ibas sin
paragüas...y tu bebé se resiste al baño y llora sin cesar. ¿Te
resultaría fácil “empatizar” y comprender qué es lo que le
está pasando a tu hij@? ¿Es sencillo mostrar un patrón empático?
Pues
la respuesta es no. Los padres y madres no siempre somos aquellos
super héroes y no somos siempre esos seres maravillosos que nos
gustaría ser la mayor parte del tiempo. De ahí que sea bastante
común frustrarse y enfadarse con quien menos culpa tiene. La
pregunta es: ¿hay alguna manera o algún momento intermedio para
gestionar tu malestar y ese estado que te supera de tu hijo ? Es
posible, pero para eso tenemos que hacer un ejercicio y toma de
conciencia de cómo ser empáticos y comprobar que merece la pena
dedicar un tiempo a ello para no caer en la trampa del enfado y el
malestar.
En el
siguiente artículo vamos a describir en qué consiste la empatía,
qué papel juega en la educación de los hij@s
y qué condiciones o escenarios son los que padres y madres deben
atender cuando llegue el momento de tener que hacer uso de ella.
La
empatía engloba cuatro aspectos que no siempre se tienen en cuenta
a la hora de definirla; habitualmente pensamos en empatía como una
capacidad, como un sentimiento. De hecho, son estos dos términos los
que usa el diccionario de la Real Academia Española para definirla:
“Sentimiento de identificación con algo o alguien”; “Capacidad
de identificarse con alguien y compartir sus sentimientos”. Por
tanto, capacidad y sentimiento son las palabras que más solemos
atribuir a la Empatia.
Pero
en este artículo vamos a profundizar e ir más allá. Vamos a hablar
de empatía como capacidad, como habilidad, como actitud y como
herramienta.
Empatía
como Capacidad:
La
capacidad empática es el sentimiento de ponernos en el lugar del
otro; ese “ser capaz” es inherente al ser humano: desde muy
pequeños tenemos una disposición a conectar con el entorno, a
entender al otro, a sentir y captar sentimientos ajenos. Somos
capaces de conectar cuando la situación nos es familiar, conocemos o
al menos tenemos alguna noción sobre lo que está pasando. Los
gestos juegan un papel fundamental, hoy en día, sabemos que el ser
humano identifica algunas emociones básicas como la tristeza, la
sorpresa, la alegría a través de los gestos faciales. Esto implica
que un niño que aún no ha desarrollado el lenguaje, puede captar en
un mensaje estas emociones por el tono de voz y la expresión facial.
En resumen, es una capacidad innata que nos define como seres
sociales.
Pero
esto no es suficiente y no garantiza un comportamiento prosocial en
el futuro: si no se estimula este sentimiento, si no tenemos unos
modelos adecuados en quien fijarnos y reflejarnos, esta capacidad va
perdiendo fuerza, va perdiendo valor. Una vez más, vemos que el niñ@
viene provisto de multitud de aptitudes, capacidades y futuras
habilidades, pero que sin ayuda y un correcto manejo por parte de sus
educadores, éstas irán desapareciendo o desarrollándose de forma
inadecuada.
A
pesar de ello, es poco habitual encontrarnos con personas carentes
por completo de empatía, salvo casos graves como por ejemplo la
psicopatía. De hecho, la empatía será uno de los factores a tener
en cuenta a la hora de detectar y diagnosticar dicho trastorno.
Empatía
como Sentimiento: el
sentimiento, como hemos explicado más arriba sería el resultado de
ser capaces de entender al otro, de conectar y hacernos cargo de lo
que le pasa: Soy
capaz de ponerme en tu piel y por tanto siento empatía. Este
sentimiento es genuino, no es fingido ni artificial. Pero es
importante facilitar y promover un entorno adecuado para que se
puedan expresar estos sentimientos. Si seguimos con el ejemplo de
arriba: un mal día lo puede tener cualquier, pero si nosotros mismos
no somos capaces de empatizar con nuestr@s
hij@s
cuando más lo necesitan, no estamos siendo un ejemplo, no estamos
dando pautas de esa capacidad.
Aunque te parezca que el día ya
no puede acabar peor, intenta darle la vuelta a la tortilla: es una
oportunidad para trabajar la empatía como capacidad: “ha sido un
mal día, estoy cansad@, pero voy a intentar ponerme en tu piel y
tratar de entender qué te pasa”. Es cierto que aquí hay una falta
de espontaneidad, nos cuesta ser empáticos porque no somos
perfectos, la jornada que hemos tenido tampoco nos lo ha puesto
fácil. Actuamos muchas veces por inercia y vamos tan deprisa que nos
saltamos una de las cosas más importantes en la educación y
crianza: conectar con tu hij@. Y aquí es donde entra el tercer
factor: la actitud empática.
La
empatía como actitud:
No solo basta con ser capaz y sentir. En la educación y crianza
también es importante tener una actitud empática. ¿ Y cómo tiene
que ser ésta?
Cuando mostramos empatía, ésta
debe de ir acompañada de una actitud positiva. De nada me sirve ser
empático si estoy muy enfadad@ y me acompaña un gesto brusco y
enfurecido. Aquí podemos pensar que estamos en el circo: más
difícil todavía...(Después del día que llevo, ahora además tengo
que mostrar un gesto amable y comprensivo con mi hij@ y adivinar por
qué llora de esta manera tan desesperada).
Bueno,
respira. El día está a punto de terminar. Vamos a intentar que
acabe de la mejor manera posible. Por eso vamos a aprender la regla
de oro para esta y otras muchas cosas que iremos contando: la casa es
nuestro hogar, nuestra guarida, un lugar donde nos tenemos que sentir
seguros, protegidos y en paz. Al llegar a casa, tenemos que quitarnos
además del abrigo, el paso del día. Todo lo que ha pasado, ha
pasado ahí afuera, ahora estamos en casa y aunque las cosas no
salgan perfectas, voy a resetearme antes de ponerme en marcha para
terminar este duro día. Si tomas conciencia de esto, respiras y
tratas de disfrutar de este rato que vas a pasar con tu hij@ las
cosas cambian de manera sustancial.
Ahora
bien, tu hijo sigue llorando, tu mojad@, la casa sin recoger y la
cena sin preparar. Seguro que tienes muchos problemas que resolver,
tareas por terminar, pero... por fin ya estás en casa y tu hij@ te
necesita. Por cierto, es muy probable que nunca averigües por qué
lloraba tu hijo, las causas pueden ser infinitas: tenía calor,
hambre, sueño, tenía el pañal mojado, le dolía la barriga, le
picaba un pie...lo que está claro, es que está expresando malestar,
eso es lo que debemos captar. Actitud empática es estar junto a él,
calmarlo y no tratar de averiguar por qué llora y por qué se
comporta así. En muchos casos (sobre todo en los primeros meses)
nunca vamos a saberlo. Pero si estamos junto a él, respirando,
mostrando calma y serenidad, vamos por el camino de la empatía. Con
el tiempo, van a surgir multitud de oportunidades para seguir
trabajándola. Pero está claro que desde bebés, ellos necesitan de
esta capacidad, sentimiento y actitud.
La
empatía como herramienta:
poco
a poco, todos vamos a ir conociéndonos mejor, tus hij@s
a tí y tú a ell@s. La empatía será una herramienta perfecta para
acercarnos a ell@s. Si estamos criando desde la empatía y la escucha activa, es muy probable que en un futuro confíen en nosotr@s, que nos cuenten sus problem@s cuando los tengan, a que seamos sus cómplices cuando nos necesiten, que será por cierto, durante muchos años.
Pero para
que esta herramienta sea eficaz, tenemos que conocer, saber, aprender
que en cada etapa hay unas necesidades concretas. Los niñ@s van a ir
cambiando día a día y por tanto nosotr@s también tendremos que ir
adaptándonos. Tenemos que estar atent@s y preparad@s para captar
estas nuevas necesidades. El lloro de un bebé de cinco meses no
tiene nada que ver con el lloro de un niño de tres años. Si somos
empátic@s, ell@s también lo van a ser con nosotr@s. Es cuestión de
tiempo y de espacio. No esperemos mucho de ell@s en los primeros
años, ya que los niñ@s captan cosas muy básicas, no podemos pedir
que entiendan que estamos agobiad@s porque ha subido el euribor. Pero
si van a captar que algo nos afecta. Van a captar que algo no nos
complace y que estamos preocupad@s.